El próximo 8 de abril, jueves, nuestra Aula Educativa de Orientación Familiar y promovido por el Colegio Edith Stein, contará con la Orientadora Familiar la Dra. Marta Pedraz, que nos ofrecerá una charla-coloquio bajo el título: ¿Qué puedo hacer yo para mejorar mi matrimonio?
Por Revista Alfa y Omega nº 65
Los orientadores y mediadores familiares son cada vez más requeridosHasta el 80% de los problemas conyugales y familiares pueden resolverse, gracias a la intervención de orientadores y mediadores. La Iglesia lleva ya tres décadas promoviendo los Centros de Orientación Familiar, a los que acuden cada vez más parejas o familias. ¿Qué es, y en qué consiste esta labor?
En un estudio del pasado mes de marzo, publicado por el observatorio Family Watch, se daba a conocer que, en España, era más sencillo divorciarse que darse de baja en una compañía de telefonía móvil. Si para anular el contrato con estos últimos, es necesario un plazo que oscila entre los 12 y los 18 meses, para divorciarse sólo es necesario que transcurran 3 meses desde la fecha del enlace. Los datos son de sobra conocidos y para nadie es ya un descubrimiento el hecho de que, a raíz de las primeras leyes divorcistas, pero especialmente desde la Ley del Divorcio Express de 2005, las cifras de parejas que han puesto un punto y final a su matrimonio se han disparado. Antes del Divorcio Express, las separaciones suponían un 40% de las rupturas, y un 60% los divorcios. En tan sólo cuatro años, estas cifras han dado un giro espectacular, pasando a ser las separaciones un 7%, frente al 93% de los divorcios o rupturas definitivas.Ante este panorama, son cada vez más los matrimonios que acuden a un orientador o a un mediador familiar. En el caso de los mediadores, buscando un final lo más pacífico y diplomático posible; en el caso de los orientadores, buscando la clave para retomar unas relaciones de pareja o familiares muy deterioradas.En España, existe la mediación y la orientación familiar desde hace unos 30 años.
En la actualidad, hay 11 leyes autonómicas sobre Mediación Familiar, que han abierto el campo de la intervención, de modo que un mediador puede trabajar con la familia en diversos ámbitos, como los problemas entre padres e hijos, hermanos, o los propios cónyuges. Estos servicios se ofrecen en los Centros de Atención a la Familia (CAF), de las Comunidades Autónomas. En ellos trabaja un equipo multidisciplinar que aporta a la familia toda la ayuda que necesita en cada caso.Desde hace también unas tres décadas, comenzó a hablarse, en el seno de la Iglesia, de los conceptos de orientación y mediación familiar, y comenzaron a crearse los primeros Centros de Orientación Familiar (COF), hoy extendidos por todo el mundo, también en España, por supuesto, donde contamos ya con 60. Juan Pablo II impulsó con entusiasmo la creación de estos Centros, e incluso se dice que, cuando se entrevistaba con un obispo, solía preguntarle: «¿Tiene usted ya su COF?», aludiendo a la importancia de que cada diócesis contara con un Centro de este tipo.Los profesionales que trabajan en los COF tienen la misma formación académica que los trabajadores de los CAF, si bien es cierto que la motivación de unos y otros puede ser diferente.
En un CAF, básicamente, el objetivo es el «divorcio pacífico y poco traumático», o ayudar a que las personas se separen bien; sin embargo,
en un COF el objetivo será siempre intentar salvar el matrimonio, vocación sagrada para los esposos.Por otro lado, las Leyes autonómicas de Mediación Familiar tampoco están hechas precisamente con el objetivo de proteger a la familia. Tan sólo la de Valencia contempla el concepto de reconciliación, o la de Madrid el de prevención.
Para la profesora y mediadora familiar Margarita García Tomé, asesora de la Ley de Mediación Familiar, de la Comunidad de Madrid, la prevención es un concepto básico en la mediación: «Cuando llega una pareja a mi despacho -explica-, aun teniendo tomada la decisión de separarse, siempre les ayudamos a que hagan una reflexión sobre el problema que tienen, qué es lo que lo ha causado, cómo se encuentran, y que decidan en base a esto. Por experiencia, sé que, a veces, las parejas toman decisiones sin reflexionar o tener en cuenta otros factores. Con la mediación preventiva, se evitan muchas separaciones o divorcios. En realidad, muchas parejas no se quieren divorciar; se siguen queriendo (aunque digan que se quieren separar), pero tienen, quizá, que cambiar la forma de comunicarse, entre otras cosas».
«Por esto -continúa la profesora Tomé-, es muy importante saber a dónde se acude. He tratado a muchas personas que se han separado y que, en conversaciones posteriores, me dicen que, de haber sabido el sufrimiento que les iba a traer, quizá no lo hubieran hecho». Una experiencia similar señala doña Franca Tonini , coordinadora del COF de la Universidad Pontificia de Salamanca, y profesora de Orientación Familiar del Instituto de Ciencias de la Familia de esta Universidad «Yo -explica-, a los matrimonios siempre les digo que la separación resuelve un problema, pero acarrea otros cien, sobre todo con los hijos. Los hijos necesitan la unidad y la estabilidad familiar para crecer y desarrollarse de forma armónica y adecuada».
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Imagen tomada de la Revista Alfa y Omega nº65