Una educación que busca la unidad entre Fe y Razón

Así como perfeccionamos las ciencias, debemos perfeccionar la moral, sin la cual el saber se destruye. (Isaac Newton)







sábado, 16 de octubre de 2010

Hoy quiero ser chileno. Hoy soy chileno




Por Luis Fernando Pérez Bustamante
Director InfoCatólica
Cor ad cor loquitur


Treinta y tres hombres enterrados bajo tierra. Treinta y tres almas angustiadas ante la posibilidad de no salir con vida de la mina en la que trabajaban. Treinta y tres seres humanos esperanzados ante el primer contacto y al saber que su país se volcaba para rescatarlos. Treinta y tres hombres “resucitados” por el trabajo y las oraciones de muchos.

De entre todas las imágenes que hemos visto y las palabras que hemos oído en estas últimas horas, lo que más me ha impresionado es el claro y nítido sentimiento cristiano de muchos de los allá presentes. Tanto de los que salían a la luz desde el fondo de las tinieblas, como de los que estaban arriba ayudándoles a volver a la vida. La camiseta que llevaban lo decía todo. Por delante, un mensaje de agradecimiento al Señor. Por detrás, la cita de un salmo.

Como bien dice Luis Alberto Jara en el artículo que ha escrito para InfoCatólica, hay que tener cuidado y no convertir a los mineros en lo que no son:

El mundo ha caído a los pies de los mineros. Hoy ya son héroes. Y esto en parte es muy verdadero. Su sacrificio, aguante, espíritu de organización y testimonios de fe, son una muestra elocuente de las cumbres a que puede llegar la naturaleza humana, auxiliada por la gracia, en el camino de la virtud. Obviamente. Sin embargo, de ahí a canonizarles en vida me parece excesivo.
Como acertadamente apuntaba Luis Urzua, el último minero rescatado, en su charla con el presidente Sebastián Piñera -qué sana envidia me dan los chilenos de tener un presidente así-: “Bueno, Dios por algo hace las cosas. Y espero que esto sea para mejor. Para un Chile mejor“. A lo cual solo cabe decir amén.

En verdad estamos ante un país que ha dado una lección al mundo entero. No hace mucho que sufrió uno de los terremotos más duros de su historia. Y lo están superando. Tras ver lo ocurrido en Atacama se entiende cómo es eso posible. En verdad que la patria es una especie de gran familia en la que los hombres se sienten hermanados por encima de diferencias de tipo político y social. Y precisamente ahora que acabamos de celebrar a la Patrona de la Hispanidad, creo que no estoy muy lejos del sentir de la mayoría de los españoles si digo que sentimos lo ocurrido en Chile como algo muy nuestro. Sirva ello para que recordemos que la Hispanidad es una hija predilecta de la Cristiandad. Y que, por tanto, sin Cristiandad, no hay ni Hispanidad ni verdadera identidad nacional de los países que la conforman, empezando por la que muchos llaman Madre Patria. Y si alguien duda de lo que digo, que vuelvan sus ojos a la Mina San José.

viernes, 8 de octubre de 2010

La educación como un riesgo




Por Fernando López Luengos
Doctor en Filosofía y vicepresidente de la Asociación de Padres "Educación y Persona"
En Libertad Digital 7/10/2010
Acompañar al alumno en su descubrimiento de lo bueno, lo bello y lo verdadero, tal habría sido el "proyecto curricular" de Platón. Muy lejos parece de los proyectos curriculares inventados por lo "maestros" del constructivismo en la LOGSE y más tarde en la LOE, los sistemas educativos diseñados desde el amparo ideológico de los gobiernos. Hace tiempo que el sistema educativo español experimenta indicios de un colapso que los profesores padecemos en primera persona: unos de los índices más altos de Europa de abandono escolar, pérdida progresiva de la autoridad del profesor, desaparición del valor del esfuerzo, transformación de los centros en una especie de guardería donde el criterio de retener a los alumnos prevalece sobre la excelencia académica y donde los buenos alumnos tienen que adaptar su ritmo a un grupo de compañeros desmotivados; alumnos sin hábitos de socialización a los que la disciplina solo les ayuda tangencialmente conviviendo con alumnos que deben soportarlos...

Sin embargo con semejante instrumento desafinado –la LOE– cada día en nuestras aulas sigue siendo posible la proeza de arrancar una melodía armoniosa gracias a docentes –la mayoría– que ama su trabajo; y gracias a un grupo significativo de alumnos de cuya bondad siempre me he sentido orgulloso: aunque no siempre estoy satisfecho de su rendimiento académico, o de su motivación, su sonrisa cuando me cruzo con ellos por los pasillos es uno de los alicientes más bellos de la noble y arriesgada tarea de educar.
Hay por tanto claros y oscuros en la educación. Pero ciertamente la zona más oscura procede de la influencia de la política en el sistema educativo. En el resto de los países europeos, al menos tras la caída del muro de Berlín, la ideología ya no utiliza el sistema educativo para intentar fortalecerse. Pero Spain is different. [...]

[...] ¿Qué culpa tenemos los que nos hemos criado vacunados contra las ideologías y queremos educar a nuestros hijos en nuestras propias convicciones y no en las que dicte un gobierno?
Sin embargo, poco a poco, suavemente, la mentira se disuelve –no sin antes haber provocado mucho dolor– como el mito del sistema económico comunista se disolvió en los países del Este hasta la caída del muro de Berlín. El sistema educativo se está envenenando con su propia sangre: Educación para la Ciudadanía, por ejemplo, nació enferma y después de una movilización ciudadana sin precedentes en la historia de la democracia, ha quedado herida de muerte. Muy pocos profesores se atreven a cumplir sus verdaderos objetivos adoctrinadores, se ha degradado a mera maría que casi nadie desea dar y que se utiliza incluso para rellenar horarios; y el contenido del currículo ha quedado reducido a meras recomendaciones cívicas que no merecen la dedicación horaria que se le concede. Es un nuevo fracaso de la ideología frente a la realidad que es tozuda: el peor enemigo que puede encontrar el Poder es el enfrentamiento con unos padres que intentan transmitir a sus hijos lo mejor de la vida. El coraje ejemplar de tantos padres objetores ha reventado la estrategia de la ideología.
Sin embargo, los ideólogos que diseñaron Educación para la Ciudadanía como modo de inculcar el relativismo moral y la ideología de género no han cedido en su empeño. La nueva ley del aborto intenta de nuevo la intromisión de la ideología en la enseñanza. Tristemente la escuela ha dejado de ser un lugar seguro y los padres deben velar continuamente sobre las actividades que realizan sus hijos. La necesaria educación sexual está diseñada para introducir una ideología que falsea la condición humana proponiendo una libertad ilusoria que, en definitiva, queda sostenida por un voluntarismo ciego.
No son tiempos, por tanto, para acomodarse en el desentendimiento. Los padres deben velar, vigilar para que la escuela (también la concertada) no responda a consignas políticas y seguir poniendo todos los medios a su alcance para evitarlo. Deben ocuparse, cada vez con mayor responsabilidad y formación, de los temas que el actual sistema pretende instrumentalizar para sus fines. Deben, en definitiva, asociarse hasta que los nuevos mitos ideológicos sean disueltos por la fuerza de la realidad.

domingo, 3 de octubre de 2010

Aprender a conversar



Por Antonio Orozco-Delclós
En Escritos ARVO
www.arvo.net

"Con-versar" equivale a versar juntos sobre un mismo tema, asunto o argumento. La conversación -el diálogo- es de dos, o más. Pero juntos y sobre una misma cosa. Si hay dos o más hablando de cosas distintas ya no estamos en una conversación ni en un diálogo, sino quizá en una olla de grillos, o tal vez, más probablemente, como con su habitual buen humor señala José Luis Olaizola, estemos metidos en una tertulia de españoles. En estos tiempos que corren suele suceder que o reúnes o te reúnen. La reunión es un deber frecuente. Y esto es muy bueno cuando de veras la reunión es lo que su nombre parece indicar: "re-unir", unir de nuevo, es de suponer, para estar más unidos que antes. No siempre, sin embargo, se incrementa la unidad en las reuniones, incluso las pensadas para estrechar vínculos, enriquecer ideas, comprender un poco más a los otros, cooperar al bien común de la sociedad.¿Por qué esos fracasos, al menos aparentes? No siempre, o casi nunca se debe a complejidad de los problemas que se debaten.

Tengo para mí que casi siempre o muchas veces se debe a la complejidad de las conciencias. El orgullo fue la causa de la confusión que se produjo en Babel. Juan Pablo II afirma que estamos en una civilización babélica. A menudo no nos entendemos, aun exponiendo ideas muy simples. Oscar Wilde decía -muy suyamente- que a ingleses y norteamericanos una misma lengua los separaba. Hablamos en el mismo idioma de cosas sencillas, y sin embargo a veces no nos entendemos. ¿Por qué? En su divertido -pero serio- libro "Lo malo de lo bueno", Paul Watzlawick aporta una posible respuesta: precisamente la misma lengua produce la impresión de que el otro tiene que ver la realidad evidentemente "tal como es, es decir, tal como yo la veo". Y si sucede que no lo ve así, entonces es que está loco o es un malévolo.

También ofrece Watzlawick el ejemplo histórico contado por John Locke en su "Ensayo sobre el entendimiento humano": En una reunión de médicos ingleses muy eruditos se discutió durante largo tiempo si en el sistema nervioso fluye algún "liquor". Las opiniones divergían, se pusieron los argumentos más diversos y parecía imposible de todo punto llegar a un consenso. Entonces Locke pidió la palabra y preguntó si todos sabían con exactitud lo que entendían por la palabra "liquor". La primera impresión fue de sorpresa: ninguno de los asistentes creía no saber en detalle lo que se estaba debatiendo y tomaron la pregunta de Locke casi por frívola. Pero al fin se aceptó la propuesta, se entretuvieron en fijar la definición del término, y pronto cayeron en la cuenta de que el debate había pasado a versar sobre el significado de la palabra. Unos entendían por "liquor" un líquido real (como agua o sangre) y por esto negaban que en los nervios fluyera algo así. Otros interpretaban la palabra en el sentido de fluido (de una energía, cosa parecida a la electricidad) y en consecuencia estaban convencidos de que por los nervios fluye un "liquor". Se explicaron las dos definiciones, convinieron en elegir la segunda y en breve tiempo finalizó el debate con un acuerdo unánime.

También Paul Watzlawick recuerda la técnica de Anatol Raport para solucionar problemas: en caso de conflicto, en vez de que cada partido dé su propia definición del problema, el partido "A" debe exponer de un modo exacto y detallado la opinión del partido "B", hasta que éste (B) acepte la exposición y la declare correcta. Después, el partido "B" ha de definir la opinión de "A" de un modo que resulte satisfactorio a éste (A). Dice Watzlawick que aplicando esta técnica sucede no pocas veces que una de las dos partes en litigio diga asombrada a la otra: "Nunca hubiese pensado que usted pensara que yo pienso así".

El método quizá parezca lento. Pero ¿es más eficaz discutir sin saber exactamente cuál es el objeto del que se está hablando? ¿No convendría reimplantar los antiguos estudios de Dialéctica, en el sentido clásico de la palabra, como arte de discurrir o argumentar correctamente? Quizá sea verdadero todavía el diagóstico de Eugenio d"Ors: "la más grande limitación de la gente hispana estriba en algo vergonzoso, en algo que es, por definición, un vicio de esclavo: en la incapacidad específica para el ejercicio de la amistad". A ella se le añade un corolario -que de la misma enfermedad se deriva- y que llama "una suerte de trágica ineptitud para el diálogo". Vale la pena no arrojar la toalla y cultivar sin desmayos "el santo diálogo, hijo de las nupcias de la inteligencia con la cordialidad". A mi me sirve de examen de conciencia el también d"orsiano "Decálogo para todo dialogante":

I. Escucha a todos, sobre todas las cosas.
II. Honrarás la educación que has recibido.
III. No desearás atropellar la palabra de tu prójimo
IV. No te acalorarás.
V. No equivocarás a los demás.
VI. No pronunciarás palabras agresivas.
VII. No desearás tu monólogo frente al prójimo.
VIII.Celebrarás la inteligencia de los demás.
IX. No dialogarás en vano.
X. Vence en el diálogo, pero convence.